Se arrastra con gran dificultad hasta el teléfono. Logra marcar el número de urgencias. Apenas puede respirar, se va a asfixiar. Es como si un enorme peso le aplastara el pecho. Le describe a duras penas su dolencia a la persona que está al teléfono. La ayuda llega unos minutos después. Le dan oxígeno. Uf, puede volver a respirar y reoxigena sus pulmones. Lo llevan al hospital para averiguar la causa de este malestar. Unos días después, puede abandonar las instalaciones.
Esta experiencia le afectó mucho. La sensación de asfixia bajo un peso aplastante es traumática. Más adelante, afirma: «Y pensar que mucha gente lleva un peso similar todo el tiempo. Guardan resentimiento, se niegan a perdonar o se dejan abrumar por las preocupaciones».
La oferta de Jesucristo nos concierne a todos: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os haré descansar». ¿Quieres seguir este consejo? No lo dudes ¡Llévale a Jesús lo que te oprime! Él te dará alivio.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os haré descansar.
Mateo 11:28
Texto de la semana: Mateo 11:25-30