Llego a casa, abro la puerta, tiro el bolso y la chaqueta a un rincón y me dejo caer en el sofá. Mi casa está como si la noche anterior hubiera habido una fiesta loca y nadie hubiera recogido. Es un desastre.
Ahora mismo no me encuentro bien. Hay tantas cosas que debería hacer, pero no sé por dónde empezar. No consigo levantarme y ocuparme del desorden.
Me he dado cuenta de que a menudo, el orden de mi casa es un reflejo del orden en mi corazón. Si estoy bien y todo está en orden, mi casa está ordenada y limpia. Si no estoy bien, me dejo llevar por la apatía ante la vida y mi casa está desordenada y sucia.
El momento clave de cambio suele ocurrir cuando hablo con Dios. Cuando oro, la vida empieza a orientarse hacia lo positivo. Invito a Dios a ser parte de mi vida y le doy el control. Quizá la situación no cambia inmediatamente, pero sí cambia mi perspectiva y se empieza a recuperar el orden en mi corazón y a su vez, en mi casa.
¿Qué te ayuda a ordenar tu vida?
Texto bíblico: Lucas 19:1-10