«Debemos defender nuestros derechos» o “No permitiremos que nos arrebaten nuestra libertad”. Estas y otras frases similares se repiten una y otra vez en los distintos medios. Suele ser nuestra reacción cuando algo no nos gusta, cuando nos sentimos ignorados o tratados injustamente. Como si por ello fuera a cambiar la situación, damos rienda suelta a nuestro disgusto e insistimos en nuestros derechos.
En la Biblia leemos la historia de David y Saúl. Saúl, que era rey en aquel momento, iba a ser sustituido en breve por David, que ya había sido ungido rey. Esto no le gustó nada a Saúl y decidió deshacerse de David. Durante la persecución, David tuvo la oportunidad de matar a Saúl en una cueva en las montañas. Sin embargo, en lugar de matarlo con su espada, solamente cortó un trozo de tela de su manto para demostrarle que él no se estaba rebelando contra el rey.
David no busca la justicia por su cuenta. Confía en que el plan de Dios es imparable y que Dios mismo hará justicia en el momento oportuno.
¿Eres capaz de confiar en Dios en lugar de forzar tus propios derechos?
Texto bíblico: 1 Samuel 24:1-15
