Hoy día, muchos acusan a Dios por las guerras, los disturbios, las epidemias y la corrupción. Sin embargo, Dios entregó a su Hijo único como muestra de amor al mundo. Experimentamos su paz cuando disfrutamos de una estrecha relación con él. Por eso es conveniente sacarse primero la viga del propio ojo antes de buscar la paja en el del otro.
Jesús ha traído la paz para que todos puedan tener una relación con Dios. Igual que en la antigüedad, hoy en día nos metemos en callejones sin salida. Ya en su tiempo, los judíos querían un libertador político y no a alguien que predicara amar al enemigo y poner la otra mejilla (Mateo 5,39).
En resumen: la paz de Dios sobrepasa todo entendimiento y está por encima de nuestras preocupaciones. Esta paz divina puede llevar a una profunda tranquilidad. Nos ofrece pensamientos buenos, veraces y agradables. ¡A primera vista, no parece que tenga mucho que ver con las aspiraciones políticas de paz!
Así Dios os dará su paz, que es más grande que todo cuanto el hombre puede comprender; y esa paz guardará vuestro corazón y vuestros pensamientos, porque estáis unidos a Cristo Jesús.
Filipenses 4,7
Un consejo: tómate tiempo para hablar con Dios sobre Filipenses 4,4-9.