Adán y Eva eran los primeros seres humanos. La Biblia no menciona si eran etíopes, albaneses, alemanes o turcos. Solo habla de seres humanos. En Adán y Eva, los habitantes de nuestro planeta tienen, por lo tanto, antepasados comunes. Para Dios, todos los hombres son iguales, sin importar su origen o nacionalidad. La Biblia nos revela que Dios quiso que la humanidad existiera y también cómo lo hizo para crearla. Cada uno de nosotros es precioso, porque es voluntad de Dios.
¿Con qué propósito? Dios aspiraba a tener una relación personal con nosotros. Esta intención recorre la Biblia como su hilo conductor. El Creador desea un contacto personal con sus criaturas. Durante nuestro viaje terrenal, tenemos innumerables oportunidades de ver que Dios «llama» a la puerta de nuestro corazón.
Cuando Dios creó al hombre, lo creó semejante a Dios mismo. Hombre y mujer los creó.
Génesis 1, 27
¿Qué le respondes?
Texto de la semana Salmos 139, 14-16