Un siervo que debe muchísimo se presenta ante su rey, se postra ante él y le ruega que le perdone su deuda. El rey se compadece de él. En cuanto queda libre de sus obligaciones, este criado para a un compañero que le debe una pequeña suma de dinero. Este le ruega que espere hasta que pueda devolvérselo todo. Pero el primer sirviente es despiadado y hace que metan en prisión a su colega. Cuando el rey se entera de estas cosas, se llena de ira y encarcela al despiadado deudor al que él había perdonado. Ordena que lo castiguen hasta que haya devuelto todo.
Jesús contó esta parábola a sus discípulos, que se preguntaban cuántas veces debían perdonar a sus vecinos. ¿Acaso no nos herimos a veces de palabra y de obra? De esa manera contraemos deudas con los demás y necesitamos el perdón.
Jesús dio su vida para sufrir el castigo que merecían nuestras ofensas a Dios. Él perdonó antes de que fuéramos capaces de pedir perdón. Jesús espera que perdonemos a nuestros semejantes que nos ofenden.
Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano, si me ofende? ¿Hasta siete?
Jesús le contestó: –No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Mateo 18:21b-22
¿Te resulta difícil perdonar?
Texto de la semana: Mateo 18:21-35 (texto original de la parábola)