Entonces todo se desmoronó
20. marzo. 22

Los primeros seres humanos fueron hechos a imagen y semejanza de Dios. Vivían en perfecta armonía, algo inimaginable para nosotros. Dios les impuso una sola restricción: no debían comer del fruto de dos árboles del huerto. Les advirtió que si los tocaban sería el fin de su existencia de ensueño; un punto de no retorno.


Sabemos lo que pasó con el fruto prohibido. Nuestros antepasados no pudieron resistir la tentación del diablo. Perdieron su inocencia. Sin vuelta atrás. La imagen de Dios en el hombre se quebró como un espejo que se rompe en mil pedazos. Sin embargo, todavía hay algunos rastros de ella en cada ser humano, pero la ruptura es muy real. La creación y la criatura sufren por ello hasta el día de hoy.

En verdad, soy malo desde que nací; soy pecador desde el seno de mi madre.

Salmos 51, 5

Sin embargo, escucha esta buena noticia: Dios viene a nosotros por medio de su Hijo Jesucristo. Él nos ofrece el perdón y la vida eterna y nos libra del juicio final. Dios es amor, por eso antes que nada quiere salvar, no castigar.


¿Has sido liberado de tu culpa?


Texto de la semana: Génesis 3, 15-19 / Juan 3, 16

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  • 20. diciembre 2020

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