La esclavitud fue abolida hace muchos años y está prohibida en casi todos los países. Sin embargo, en la actualidad hay más de 40 millones de personas que son explotadas de una forma u otra.
En Occidente, a la mayoría no nos falta nada. Tenemos un sistema óptimo de provisiones y hay educación para todos. Desgraciadamente, no es así en todos los pueblos. En nuestros llamados países libres, algunas personas viven algún tipo de esclavitud, atadas por las cadenas de una adicción, por la baja autoestima, por falsas concepciones…
¡Tengo una buena noticia! Dios mismo se ofrece a liberarnos; puede romper las cadenas más resistentes. Dirijámonos a él, contémosle nuestros miedos, todo lo que nos bloquea y nos impide avanzar. Vayamos sencillamente a él en oración y reconozcamos nuestra incapacidad para salir adelante por nosotros mismos. Está esperando que le pidamos ayuda. Puede transformar nuestras vidas y darnos nuevas perspectivas (1 Juan 1:9).
Así que, si el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres.
Juan 8:36
¿Puedes hablar con él sobre eso?
Texto de la semana: Juan 8:34-38