Jesús se presenta ante el tribunal judío. En respuesta a sus acusadores, confirma: «¡Yo soy el Hijo de Dios!». ¡Vaya, eso es blasfemia para los líderes religiosos! Así que lo envían a Pilato, el gobernador romano.
Pero este no ve que haya hecho nada malo y se lo remite a Herodes, el gobernador de la región. Herodes ya había oído hablar mucho de Jesús y estaba deseando conocerlo por fin. Como Jesús no le da ninguna respuesta, se enfada. Herodes y sus soldados hacen burlas de él y se lo devuelven a Pilato.
Pilato se ve desbordado por los acontecimientos y deja que el pueblo decida el destino de Jesús. «¡Crucifícalo!». El mismo día, Jesús es colgado en la cruz junto a dos criminales. Todos se burlan de él y lo desprecian. ¡Espera! El criminal condenado junto a Jesús dice algo. Cree que Jesús es Dios. Cree que es inocente. Confía en que Jesús no lo olvidará y que lo resucitará de entre los muertos. Cree que Jesús tiene el poder de dar la vida eterna.
¿Y tú? ¿Qué crees de Jesús?
Porque por gracia habéis sido salvados mediante la fe; esto no procede de vosotros, sino que es el regalo de Dios.
Efesios 2:8
Texto de la semana: Lucas 22:66 a 23:25