La esperanza puede cambiarlo todo
20. octubre. 24

Jericó gozaba de un clima agradable en invierno. Sus manantiales la convirtieron en una próspera ciudad oasis. Las principales rutas comerciales pasaban por esta ciudad. Cientos de peregrinos y comerciantes acudían allí cada día. El puesto de tributos de Jericó era una auténtica mina de oro. Los que podían permitírselo vivían en Jericó.

Aquí es precisamente donde vivía y trabajaba Zaqueo. Era el funcionario de tributos de mayor rango en Jericó. Hoy en día, diríamos que era millonario. Ahora este millonario bajito quiere ver a Jesús, ¡que hoy pasa por aquí! No hay quien lo pare. Él, el rico jefe de los tributos, se sube a un árbol como un niño y espera. Y, en efecto, Jesús ve a Zaqueo y le llama: «Hoy tengo que pasarme por tu casa». ¿Por qué? ¿Cuál es la misión de Jesús?

Lee Lucas 19:10. Jesús no se impone a nadie. Pero cuando estamos dispuestos a recibirlo, se produce un cambio.

No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos […]. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores para que se arrepientan.

Lucas 5:31–32

Texto de la semana: Lucas 19:1–10

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