Jericó gozaba de un clima agradable en invierno. Sus manantiales la convirtieron en una próspera ciudad oasis. Las principales rutas comerciales pasaban por esta ciudad. Cientos de peregrinos y comerciantes acudían allí cada día. El puesto de tributos de Jericó era una auténtica mina de oro. Los que podían permitírselo vivían en Jericó.
Aquí es precisamente donde vivía y trabajaba Zaqueo. Era el funcionario de tributos de mayor rango en Jericó. Hoy en día, diríamos que era millonario. Ahora este millonario bajito quiere ver a Jesús, ¡que hoy pasa por aquí! No hay quien lo pare. Él, el rico jefe de los tributos, se sube a un árbol como un niño y espera. Y, en efecto, Jesús ve a Zaqueo y le llama: «Hoy tengo que pasarme por tu casa». ¿Por qué? ¿Cuál es la misión de Jesús?
Lee Lucas 19:10. Jesús no se impone a nadie. Pero cuando estamos dispuestos a recibirlo, se produce un cambio.
No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos […]. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores para que se arrepientan.
Lucas 5:31–32
Texto de la semana: Lucas 19:1–10