Los discípulos le preguntaron a Jesús cómo debían orar. Les enseñó que no pretendieran impresionar a Dios hipócritamente en público y mediante su elocuencia. Les enseñó esta oración:

¡Padre nuestro que estás en los cielos! Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra, como se hace en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación.

Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Y añadió: «Si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará a vosotros vuestro Padre celestial. Pero si no perdonáis a los hombres, vuestro Padre celestial tampoco os perdonará por vuestras ofensas».

«… vuestro Padre sabe lo que necesitáis aun antes de habérselo pedido».

Palabras de Jesús en Mateo 6, 8b

¿Cómo se experimenta a Dios en la vida diaria?

Texto de la semana: Mateo 6, 5-15