Es increíble ver la cobardía con la que la élite espiritual utilizó al pueblo e incluso al gobernador Pilato para vengarse del Rey del amor. No estaban nada contentos con el Mesías enviado. Lo que deseaban era un Mesías que los librara de la dictadura de los romanos.
Jesús sanaba y liberaba a las personas, y servía a Dios. Ellos no soportaban su verdad y por eso ¡le llevaron a la cruz! Pero la supuesta derrota se convirtió en victoria. Por medio de la muerte del Mesías justo, la muerte perdió todo su poder. Eso quedó demostrado por la resurrección. Todos los que confían en Jesús se salvarán de la muerte definitiva de la misma manera que él.
Conclusión: el mal se manifestó en la crucifixión del Justo y lo vendió como su victoria. Pero Dios lo convirtió en la victoria de Jesús y le quitó el poder a la muerte. El poder humano tampoco es obstáculo para el Dios todopoderoso. Su poder cambia los corazones, les da vida nueva y eterna.
Preguntó Pilato: –¿Y qué haré con Jesús, a quien llaman el Mesías? –¡Crucifícalo! –contestaron todos. Pilato les dijo:–Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos volvieron a gritar: –¡Crucifícalo!
Mateo 27,22-23
Un consejo: la oferta de Dios es para todos los que la aceptan.