Jesús tenía que ser condenado a muerte. A pesar de las declaraciones falsas de varios testigos, no se le acusó de nada. Pilato le preguntó a Jesús: «¿Qué es la verdad?».
Pero, sin esperar la respuesta, se dirigió a los judíos para discutirlo con ellos. Pilato se perdió así la conversación más importante de su vida. Jesús recibió latigazos, escupitajos y burlas, y le pusieron una corona de espinas en la cabeza y una túnica de rey. La multitud gritó: «¡Crucifícalo!». Pilato cedió ante la presión y autorizó su crucifixión. Sin embargo, la pregunta sobre la verdad ha seguido vigente hasta hoy.
Quien, como Pilato, no se toma el tiempo de escuchar a Jesús, se pierde la verdad. Uno puede hacer muchas buenas obras y lavarse las manos en inocencia mientras pasa de lado ante Jesús. Pero él te tiende la mano en señal de reconciliación.
Yo nací y vine al mundo para decir lo que es la verdad.
Juan 18:37b
¿No quieres detenerte ante Jesús?
Pasaje bíblico: Juan 18:35—19:42