En el Edén, Dios creó un lugar de encuentro con las personas. Todos los días se comunicaba con ellos: eso nos habla de Emanuel, que significa ¡Dios con nosotros! Los primeros seres humanos se dejaron confundir por el Engañador y destruyeron está relación armoniosa.
Por eso Dios envió a su Hijo para reconciliarnos con él. Su nacimiento, la primera Navidad, fue el comienzo de este plan. Pero muy pronto Jesús vio que el mundo que él creó le rechazaba, a pesar de que a la gente le gustaban y asombraban sus milagros.
Pero Jesús no se dejó condicionar por el rechazo y llevó a cabo su misión hasta la muerte en la cruz. Después de tres días, resucitó; y, después de cuarenta días, subió al cielo para enviar a su sucesor, el Espíritu Santo, el día de Pentecostés. Objetivo cumplido: Dios está, por medio del Espíritu Santo, en cada persona que confía en él.
En conclusión: el plan de Dios se hizo realidad cuando Jesús vino en forma de hombre. Quiere estar con nosotros. Y al final los que le siguen vivirán con él para siempre.
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: “La virgen quedará encinta y tendrá un hijo al que pondrán por nombre Emanuel” (que significa “Dios con nosotros”).
Mateo 1,22-23
Un consejo: hoy es el día de prepararte para ese final.