¡Las relaciones son una cuestión de corazón! Por eso Dios ha resumido en una frase todas sus expectativas sobre el hombre: nos pide que lo amemos a él con todo nuestro corazón y al prójimo como a nosotros mismos. Sin embargo, en este sentido, estamos lejos de ser perfectos, lo que obviamente puede llevarnos a la desesperación.
Pero Dios siempre nos ha amado, porque envió a Jesús para recon- ciliarnos con él, con nosotros mismos y con nuestros semejantes. Siglos antes, a través de los profetas, nos prometió un «trasplante de corazón»: yo reemplazaré vuestro corazón duro como una roca por un corazón que late por mí. Os doy mi espíritu, para que podáis vivir según mi ejemplo.
Cuando Jesucristo puede entrar en la vida de una persona, algo nuevo comienza. La fe, la esperanza y el amor se extienden. Invítalo a entrar en tu vida con una oración sencilla y honesta.
Dichosos los de corazón limpio, porque verán a Dios.
Mateo 5,8
Texto de la semana: Colosenses 3,1–17
¿Cuán cerca estás de Dios en tu corazón?