El príncipe de Sajonia oyó que Martín Lutero estaba necesitado e hizo que le entregaran ropas. El reformador le dijo humildemente que no se sentía libre de tener más cosas y que no quería correr el riesgo de «ser rico». Le pidió al príncipe que ayudara a las per- sonas que sufrían necesidades más apremiantes que él, ¡porque una bolsa demasiado llena se rompe!
La Biblia habla a menudo de ricos y pobres. Dios conoce la angustia asociada con la pobreza y la codicia de los ricos. Por eso, en el an- tiguo Israel, Dios había exigido que los préstamos y las deudas se cancelaran cada cincuenta años. ¿Acaso Dios no hace eso mismo por nosotros al perdonar todas nuestras faltas?
No hacerse ni pobre ni rico es la oración del sabio que quiere seguir dependiendo de Dios.
… no me hagas rico ni pobre.
Proverbios 30,8
Texto de la semana: 2 Corintios 8,9–13
¿Cómo llevas el tema de la riqueza y la pobreza?