El primer rayo de sol
05. octubre. 25

Hoy hace una hermosa mañana de otoño. Disfruto tranquilamente de mi desayuno en la mesa de la cocina. Al cabo de un rato, el sol sale detrás de las montañas y los primeros rayos de sol se abren paso hasta mi casa. Tras unos segundos contemplando la belleza del amanecer y los colores brillantes del otoño, descubro que el cristal de mi ventana está lleno de polvo y manchas. No me había dado cuenta de lo sucios que estaban los cristales y me propongo limpiarlos pronto.

Dios tiene el mismo efecto en nuestras vidas cuando dejamos que ilumine nuestros corazones como el sol. Al principio todo está muy bien, hace calor y nos damos cuenta de que hemos echando de menos su presencia. Pero entonces, la presencia de Dios en nuestras vidas también desvela nuestras manchas oscuras.

Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad.

1 Juan 1:5b

Dios quiere que estemos bien, que tengamos las ventanas limpias. No porque quiera acusarnos o presionarnos, sino porque quiere que nada se interponga entre nuestro corazón y su amor.

¿Quieres dejar que Dios ilumine tu corazón?

Texto bíblico:  Juan 8:12-20

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