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Todos los caminos llevan a Roma.

Todos los caminos llevan a Roma.

Todos conocemos esa expresión. Es cierto que muchos caminos llevan a Roma. Pero ahí es precisamente donde surge el problema. Estaba yo en el cruce de la autopista cerca de Roma cuando me pasé la salida correcta. Me vi obligado a tomar un largo desvío y, por culpa de ese retraso, me encontré con atascos. Como resultado, me perdí una reunión importante. Mi día de viaje fue en vano. Una pena.

Las consecuencias de tomar decisiones equivocadas en la vida son mucho más graves. Por eso Jesús nos dice que él es el único camino, la única verdad y la verdadera vida, y que solo a través de él llegamos a Dios. Esta afirmación es tan contundente que aún hoy genera mucha oposición. Los religiosos de la época de Jesús estaban furiosos ante la idea de reconocerlo como Hijo de Dios. Intentaron callarlo con la mayor discreción posible. Pero Jesús venció a la muerte. Resucitó de entre los muertos. Nada ni nadie puede anular los planes y las promesas de Dios. Solo hay un camino para llegar a Dios: Jesús.

¿Lo crees?

Texto de la semana: Juan 14:1–17