Jesús no ignora las dudas de sus amigos. Y te sorprenderá su reacción: él entiende sus sentimientos y conoce sus pensamientos, luego les muestra sus manos y pies heridos: «Ved… soy yo mismo».
La sencillez con la que Jesús habla de las preocupaciones, los miedos y las dudas me enseña que él se pone a nuestro nivel y que está muy cerca de nosotros. Se dirige a Tomás con ternura y le permite tocar las marcas de los clavos. Piensa en el vaivén emocional por el que pasaron los discípulos. Su maestro fue juzgado como un asesino mientras él mismo enseñaba y ponía en práctica el amor.
Los fariseos ahogaban sus dudas con arrogancia y argumentos altivos. Tomás, sin embargo, expresó con sinceridad lo que pensaba. Quería ver y tocar a Jesús y le fue concedido.
Pero Jesús les dijo: – ¿Por qué se asustan tanto? —les preguntó—. ¿Por qué les vienen dudas? Miren mis manos y mis pies. ¡Soy yo mismo!
Lucas 24, 38-39a
¿Cómo lidias tú con tus dudas? Reflexiona un momento sobre tus experiencias con Jesús hasta la fecha.
Texto de la semana: Lucas 24, 36-49