¡El Espíritu de Dios llena a los creyentes!
30. mayo. 20

Pentecostés es tan importante como la Navidad y la Pascua. En Pentecostés, Jesús envió a los hombres a su representante y consolador, el Espíritu Santo. Este es el garante del vínculo entre Dios y nosotros. Nos hace conscientes de la naturaleza de Dios y permite el diálogo entre Dios y los cristianos.

Si tengo confianza en Jesús, sé que el Espíritu Santo vive en mí. Esta certeza lo cambia todo. Mis encuentros diarios tienen mucho sentido, porque oro conscientemente para que Dios prepare estos momentos. Mis relaciones son de mejor calidad, porque el Espíritu Santo me hace más afectuoso. Relativizo mis éxitos porque el Espíritu Santo me muestra mis debilidades y dónde puedo encontrar verdaderos valores y nuevas fortalezas. Mis fracasos no determinan mi identidad porque encuentro el perdón en Dios. Pentecostés amplía mis límites porque el Consolador, el Espíritu Santo, está siempre conmigo.

No voy a dejaros abandonados: volveré para estar con vosotros.

Juan 14,18

Texto de la semana: Juan 14,15–27

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