Un hombre de negocios que está a punto de marcharse al extranjero entrega su propiedad a sus administradores con órdenes de hacerla crecer. Distribuye sus riquezas entre ellos, teniendo en cuenta las capacidades de cada uno. Tras una larga ausencia, regresa y llama a sus sirvientes para preguntarles por el rendimiento de su trabajo. Todos ellos pueden presentarle el beneficio del capital recibido, excepto uno que prefirió ocultar su parte y devolvérsela al amo tal cual. El dueño se enfada con el sirviente perezoso y le quita el dinero y se lo da al que ha ganado más. Luego le reprochó que no hubiera puesto el dinero en el banco, lo que le habría reportado algunos intereses.
Conclusión: Dios nos confía dones como la artesanía, la pintura, la música, la escritura, la gestión, la comunicación, etc. Tenemos que usarlos y desarrollarlos para el bien de nuestros semejantes y para glorificar a Dios.
Pero al que no tiene, hasta lo que tiene se le quitará.
Mateo 25:29b
¿Qué dones te ha confiado Dios? ¿Cómo los usas?
Texto de la semana: Mateo 25:14-30 (texto original de la parábola)