Todos conocemos a alguien ciego. Se orienta con un bastón o va con un perro adiestrado. Con esas ayudas, los ciegos pueden orientarse un poco mejor en el día a día.
Jesús devolvió la vista a muchas personas. Así demostró de manera impresionante que él es la luz del mundo. No se limitó a decirlo, sino que lo demostró. Nunca nadie había dado la vista a ciegos de nacimiento.
Jesús dice en Juan 8:12: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.».
En medio de la oscuridad, gracias a la luz del mundo tenemos una nueva orientación y sentido en la vida.
¿Qué te parece lo que Jesús te ofrece?