He crecido en una familia cristiana donde he podido experimentar los resultados de la oración. En la empresa de mi padre trabajaban unos 50 empleados que percibían un salario mensual. Debido a la enorme competencia de Extremo Oriente y a la creciente presión de los minoristas, la empresa se encontró de pronto en números rojos. Todas las noches orábamos juntos para pedir la ayuda de Dios.
Poco después, mi padre recibió inesperadamente una oferta para vender la empresa. Era la respuesta de Dios y así evitó la quiebra.
Desde entonces han pasado 55 años y he experimentado muchos más milagros con Dios. Merece la pena hablar con Dios de nuestros problemas en situaciones difíciles. A veces no ocurre nada de inmediato. Pero Dios escucha nuestras oraciones y actúa de la manera que es mejor para nosotros.
Pedid, y se os dará; buscad, y encontraréis; llamad, y se os abrirá.
Mateo 7:7
Yo pido por mi familia, mi trabajo, mis amigos. Tú también puedes hablar de todo con Dios, tal y como lo harías con un amigo. Pruébalo.
Texto de la semana: Mateo 7:7-12