Durante tres años, Gustave Eiffel trabajó con 300 empleados para construir el edificio más alto del mundo: la torre Eiffel, de 324 metros de altura, construida en 1889 para la Exposición Universal de París y el centenario de la Revolución Francesa. En la actualidad, la siguen visitando unos 7 millones de personas cada año. Durante 41 años, fue el edificio más alto del mundo. Actualmente, el Burj Khalifa de Dubái, con 828 metros de altura y 163 pisos útiles, es el primero de la lista. Pero un grupo chino ya ha anunciado que quiere batir este récord mundial. Aparentemente, la ambición humana no conoce límites.
En contraste, el Dios Altísimo, con quien nadie puede compararse en altura, no suele elevarse, sino rebajarse en extremo. Él se rebaja hasta nosotros, los humanos, porque su naturaleza es la gracia. Se acerca al culpable, al asustado, al deprimido y al pecador, para salvarlos, sanarlos y consolarlos.
Yo soy el Señor.
Isaías 42,8
Este es mi nombre, y no permitiré que deis mi gloria a otro.
Texto de la semana: Génesis 11,1–9 y Hebreos 2,5–9
Anota una situación en la que experimentaste a Dios.