Mis padres tienen una pequeña granja en las montañas. Hace algún tiempo, me permitieron hacer una guardia nocturna cuando una vaca estaba a punto de parir. Mi trabajo consistía en estar en el establo con la vaca y llamar a mis padres en cuanto viera al ternero. Dos horas después de medianoche por fin llegó el momento, vi un pie del pequeño ternero. Llamé a mis padres y corrieron a ayudarme.
Fue un momento emocionante cuando el ternero salió del vientre de su madre y empezó a respirar. Había nacido una nueva vida. Sentí que era un momento bendito y divino. Me di cuenta de que tiene que haber alguien que dé origen a la vida. Alguien que nos sopló el aliento de la vida.
Y Dios el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente.
Génesis 2:7
¿Conoces al inventor de la vida?
Texto bíblico: Génesis 2:5-17