Había un hombre, una mujer y un bebé. No había nada especial en este establo y, sin embargo, todo era muy especial. Del pesebre brotaba una alegría auténtica. Y ahora podían incluso tocar al niño. Nunca habían sentido nada parecido. Casi estallan de alegría, aunque la situación en el establo era tal y como la habían imaginado. Pero el gozo se quedó en sus corazones No desaparecía. No, era tan grande que tuvieron que contarle a todo el pueblo lo que había pasado. No pudieron evitar contarlo.
Y tú ¿qué cuentas sobre este gran acontecimiento?
Yo quiero dejarme contagiar por esta alegría navideña y contar la historia como los pastores. Así, esta paz que sobrepasa todo entendimiento podrá transformarse en amor e iluminar nuestra vida para que el gozo sea completo. Sí, esto es la Navidad, porque el Salvador ha venido de verdad a reconciliarnos con Dios.
¿Cuándo te atreviste a dar el paso hacia la reconciliación con Dios?
Y los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como les había sido dicho.
Lukas 2, 20