La era de la Ilustración llevó a la gente a no aceptar sin más todas las declaraciones y órdenes de las autoridades. Empezamos a cuestionar las costumbres y leyes existentes.
Este desarrollo ha tenido efectos tanto positivos como problemáticos. De repente, el hombre hacía muchas preguntas y exigía respuestas. Como resultado, estamos condicionados a esperar una respuesta para todo. Pero a menudo la vida plantea preguntas que no son fáciles de responder.
En lo que a mí respecta, siento la necesidad de escuchar a mi corazón y dar un respiro a mi cabeza. Cuando me acerco a Jesús y le pido que me hable, me abro a su presencia. Este silencio me permite recibir nuevos impulsos y me ahorra devanarme los sesos.
¿Cuáles son los ámbitos o aspectos que te lo hacen pasar mal? Ten el valor de hacer un paréntesis en tus pensamientos y aprende a escuchar a Dios. Inicia un diálogo con él. Él te escucha.
Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia.
Proverbios 3:5
Texto de la semana: Proverbios 3:1–12