Miguel Ángel esculpió la famosa estatua del rey David en una roca enorme. Otro artista había intentado hacer ese trabajo, pero se había rendido. Miguel Ángel examinó el bloque de piedra y comenzó a tallarlo, eliminando todo lo que le parecía sobrante. Resultado: la estatua del rey David que todo el mundo admira. Este artista está en el origen de la idea de que, para descubrir el tesoro interior, lo único que hay que hacer es eliminar lo superfluo.

¿Obraría Dios de la misma manera? Exactamente igual. Ya ha tallado sobrantes para hacer maravillosas obras de arte. Sin embargo, nunca consigue algo así sin nuestra colaboración. Él quiere que reconozcamos nuestros pecados y fracasos para poder perdonarnos. Así él puede obrar para cambiar nuestros malos hábitos y transformar poco a poco nuestra vida.

Te alabo porque estoy maravillado, porque es maravilloso lo que has hecho. ¡De ello estoy bien convencido!

Salmos 139, 14

¿Estás listo para convertirte en una obra de arte en las manos de Jesús?

Texto de la semana 2 Corintios 3, 17-18