La vida de muchas personas está marcada por la profesión, el matrimonio, las vacaciones, los hijos, el coche, la casa, la jubilación, etc., sin preocuparse por la muerte, que siempre parece lejana. Muchos piensan que, si llevan una buena vida, todo irá bien. ¿Pero basta con eso? Por supuesto, cuando avanzamos en edad, llega la pensión de jubilación, pero ¿quién piensa en las previsiones a nivel espiritual?
Jesús nos promete una calidad de vida que nos satisface más allá de toda expectativa. Me acuerdo de una señora con esclerosis múltiple que vive en un pueblecito de montaña en Italia. Estuvo veinte años pidiéndole a Dios que su marido descubriera a Jesús. Ya casi no puede caminar y todos los días va a terapia. A pesar de las circunstancias, irradia alegría. Una atmósfera de felicidad y cordialidad reina en esta familia. Este hogar es una fuente de bendición a su alrededor.
[Jesús dijo:] Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.
Juan 10, 10b
El suyo es un hermoso testimonio de la ayuda y la acción de Dios.
¿Queremos también experimentar la ayuda y la acción de Dios en las diversas circunstancias de nuestra vida?
Texto de la semana: 1 Corintios 1, 25-31