La Luz del Mundo
18. diciembre. 22

Reinaba una gran indignación entre los religiosos. Jesús, nacido en un establo, afirmaba ser, como maestro adulto, la luz del mundo. No una luz cualquiera, sino la luz del mundo entero. Si la élite instruida hubiera releído con atención sus Escrituras, habría visto que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo estaban presentes ya en la creación. El profeta Isaías había anunciado esta luz con siglos de antelación y «la luz del mundo» devolvía públicamente la vista a los ciegos.

Sin duda, Jesús es ni más ni menos que la luz del mundo entero. Nadie más que Él ha hecho semejantes milagros. Incluso resucitó muertos y él mismo se levantó de entre los muertos al tercer día tras su crucifixión. Con ello, demostró que había vencido a la muerte. Esta fue la prueba definitiva: ¡Yo soy la Luz del mundo!

Jesús dice en Juan 8:12: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.».

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