Hay varios hilos conductores que recorren la Biblia. Uno es la noción de «salvación». Ante Dios, somos seres perdidos. No nos gusta esta descripción porque creemos que podemos arreglárnoslas solos. Pero los titulares de los periódicos que demuestran que, desde nuestra ruptura con Dios, somos capaces de los peores crímenes. La Biblia relata que, en los primeros siglos de la historia de la humanidad, el mal se intensificó tanto en el mundo que Dios tuvo que tomar medidas drásticas con un terrible juicio: el diluvio.
Sin embargo, el Señor miraba a Noé con buenos ojos.
Génesis 6, 8
Enormes masas de agua anegaron el planeta y desapareció todo rastro de maldad e injusticia. Pero, antes de la llegada de este azote, Dios había lanzado una operación de rescate. Noé construyó un arca para salvar a los habitantes de la tierra y a los animales. Pero los hombres se rieron de Noé y su barco, que tardó muchos años en construirse. En el último momento, Dios mismo cerró la puerta del arca. En su amor, Dios llama a cada ser humano. Pero el que rechaza esta oferta de salvación se expone al juicio. Y tú, ¿aceptarás la invitación de Dios?
Texto de la semana: Mateo 24, 37-39 / Hebreos 11,7