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El Rey de los judíos

El Rey de los judíos

Los soldados fijaron en la cruz un cartel que decía “Rey de los judíos”. Pero vayamos por orden.

El discípulo Judas surgió de entre la oscuridad con algunos soldados. Saludó a Jesús con un beso, y así le traicionó. Después arrestaron a Jesús y lo llevaron ante el tribunal. Los discípulos tuvieron miedo y huyeron. Solo el discípulo Pedro les siguió a cierta distancia y observó todo. Unos testigos falsos acusaron al Hijo de Dios gravemente, pero no pudieron probar su culpabilidad.

El gobernador romano Poncio Pilato se dio cuenta enseguida de que la verdadera razón para este “juicio simulado” eran los celos y la envidia de los cabecillas religiosos. Poco tiempo antes, el clamor de la gente había sido: “¡Hosana al rey que viene!”. Ahora el pueblo, agitado y manipulado, gritaba: “¡Crucifícale!”. Con qué facilidad pueden cambiar los sentimientos…

Pilato se dejó convencer por la insistencia de la multitud. Se lavó las manos para afirmar su inocencia, liberó al bandido Barrabás e hizo crucificar a Jesús. Primero le azotaron, se burlaron de él poniéndole una corona de espinos y le condujeron con la cruz a través de las calles de Jerusalén hasta la colina de Gólgota. Allí es donde en una cruz querían silenciar al rey de los judíos para siempre. La luz del mundo debía ser extinguida y la esperanza de vida debía morir en una cruz. Pero, una vez más, la élite religiosa no había contado con Dios.

Jesús volverá de nuevo como Rey, tal y como dijo que haría. ¡Entonces todos se inclinarán ante él y le reconocerán como Rey, incluso los que le clavaron!

Por tercera vez les dijo Pilato: —Pues ¿qué mal ha hecho? Yo no encuentro en él nada que merezca la pena de muerte.

Lucas 23:22a

Y tú ¿dejas que Jesús sea tu Rey?

Texto bíblico para profundizar: Juan 18:1—19,22

Consuelo en angustia

Consuelo en angustia

Cuando no me siento bien, no tengo ganas de cantar. Jesús es diferente, no se dejó guiar por sus sentimientos. Sabía que iba a morir en la cruz y, a pesar de ello, la noche anterior cantó los Salmos de adoración 115 a 118 junto a sus discípulos, y alabó a su Padre en el cielo, como hacen los judíos hasta hoy en el día de la fiesta de Pascua. Sabía que su Padre siempre estaba a su lado ayudando y consolándole. Más tarde fueron al monte de los Olivos, donde Jesús se retiró para orar a solas. Oró de manera tan intensa que sudó sangre. Tenía miedo de la agonía que le esperaba en la cruz. Pero mucho peor era la pesada carga del pecado que tendría que soportar y por el que debía pagar con su vida. En ese momento de separación de su Padre, Jesús, que no tenía pecado, le arrebató el poder a la muerte para siempre.

Los líderes religiosos rechazaron a Jesús como parte esencial de la construcción del Reino de Dios. Para Dios, Jesús es la parte más importante. Quien construye sobre esta base espiritual tiene a Jesús como piedra angular viva y como consuelo en medio de la angustia de muerte. ¡Sabe que la muerte no es el final!

Algo que parece descabellado resulta ser una realidad divina. En aquel entonces, la “élite” religiosa creía que hacía un favor a Dios crucificando a Jesús. También hoy existe una “élite” que se cree con el derecho de perseguir a los creyentes en Cristo de forma sistemática. Pero Jesús es el fundamento que resiste, podemos ser consolados en medio del temor.

¿Qué piensas sobre alabar a Dios en medio de la angustia?

La piedra que los constructores despreciaron
se ha convertido en la piedra principal.

Isaías 28:16-17 / Salmos 118:22

Texto bíblico para profundizar: Salmos 118:1-29 / Mateo 26:30-46

El siervo y su cena

El siervo y su cena

Los judíos celebraban la fiesta de la Pascua para recordar su liberación de la esclavitud en Egipto. Todavía hoy en día comen cordero con hierbas amargas. Jesús sabía que él era el “cordero” que cargaría con el pecado de todo el mundo (Juan 1:29). Quería que sus amigos entendieran lo que ocurriría y por eso, antes de padecer, quiso celebrar esta comida junto a ellos. Dios quería comenzar algo nuevo por medio de su Hijo. Lamentablemente, sus discípulos no lo entendieron. Seguían creyendo que les libraría de los romanos y por eso discutieron sobre quién de ellos sería el más importante y qué posición ocuparían.

Jesús simplemente comenzó a lavarles y secarles los pies. Demostró su amor servicial sin usar muchas palabras. Él vino para librar nuestros corazones del pecado. Se puso muy triste pensando en que sería traicionado por Judas y negado por Pedro. Jesús sufre cuando le fallamos.

En conclusión: Jesús les sorprendía constantemente y sufrió en su vida circunstancias de lo más adversas. En la última cena dejó claro a sus discípulos: “Doy mi vida para que vuestra culpa sea perdonada y pago con mi sangre para que vosotros tengáis vida eterna”. ¿Qué pensamientos y sentimientos crees que tenía Jesús cuando dijo estas palabras?

Luego vertió agua en una palangana y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura.

Juan 13:5

¿Dejas que Jesús te sirva?

Texto bíblico para profundizar: Juan 13:1-30 / Lucas 22:17-20

Autoridad positiva

Autoridad positiva

Jesús no fue una persona cualquiera que trataba de mejorar el mundo, sino que era el Hijo de Dios con auténtica autoridad. Un suceso singular fue cuando echó del patio del templo de Dios a los que cambiaban dinero y a los vendedores de animales. “¡No hagáis del templo un mercado y una cueva de ladrones!”. Así de profundo era el amor y el respeto por la casa de su padre. Pero los religiosos le preguntaron, enfadados, con qué derecho hacía eso.

En Salmos 69:10 leemos: “Me consume el celo por tu casa”. Jesús no tenía nada en contra de cambistas y vendedores de animales. A lo que se opuso fue a los turbios negocios que se estaban haciendo allí. El templo era un lugar sagrado donde se perdonaba el pecado mediante el derramamiento de la sangre de un animal puro. Jesús estaba molesto porque en ese lugar estaban haciendo dinero a precios desorbitados. Después de todo, la gente solía viajar largas distancias y dependían de la posibilidad de comprar un animal en el lugar.

Los religiosos se pusieron furiosos. Ellos eran los responsables de que en el templo no se permitieran negocios abusivos. Jesús actuó así porque se trataba de un problema abominable ante los ojos de Dios. Los religiosos se sintieron ofendidos en su honor y por eso rechazaron totalmente al Hijo de Dios. En cambio, el pueblo esperaba un líder poderoso e infalible que les liberara de los romanos.

Mi casa será casa de oración.

Mateo 21:13

Jesús tiene todo el poder para liberarnos.                                                                              

¿Estás dispuesto a dejar todo y acercarte a él?

Texto bíblico para profundizar: Marcos 11:15-18 / Juan 2:13-25

¿Siervo o libertador?

¿Siervo o libertador?

Animados por la triunfal entrada de Jesús en Jerusalén, muchos judíos tenían la esperanza errónea de que Jesús sería su libertador político. Los romanos oprimían brutalmente al pueblo, lo que llevaba una y otra vez a que los zelotes, el ejército judío de liberación, cometieran atentados y ataques armados. Pensaban que sin violencia nunca habría una verdadera liberación y paz.

Qué diferente era Jesús, servía a las personas y las liberaba. Los paralíticos andaban, los ciegos veían, convirtió agua en vino, alimentó con solo dos peces y cinco panes a más de 5.000 hombres y mujeres, incluso el viento y el tiempo tenían que obedecerle. Aun así, no presumió de ello y rechazó severamente toda clase de violencia. Él era siervo del Dios altísimo, su Padre.

Su llegada rompió un silencio de Dios de 400 años y trajo renovación espiritual, reconciliación y libertad a los corazones. Unos 700 años antes, los profetas describieron la primera venida del Mesías, su nacimiento, su sufrimiento y su segunda venida como rey y soberano como un hecho único. Todavía no podían comprender totalmente el plan perfecto de salvación de Dios tal y como es: como parte de la historia del mundo. Si miramos la Biblia desde la perspectiva de la historia actual, las referencias proféticas se vuelven más y más detalladas y se distinguen con más exactitud.

De hecho, algunos acontecimientos del plan de salvación de Dios (el pesebre, la cruz y la corona) no podrían ser más distintos. Son relativos a Jesús como ser humano, pero están separados en el tiempo. El reinado visible todavía está por venir. Él vino como siervo para librarnos de toda culpa y pecado. Él fue siervo y libertador. Nadie que confíe en Jesús será decepcionado.

Él destruirá los carros de Efraín,
los caballos de Jerusalén
y los arcos de guerra.
Anunciará paz a las naciones
y gobernará de mar a mar,
del Éufrates al último rincón del mundo.

Profeta Zacarías 9:10

Texto bíblico para profundizar: Isaías 52:13—53:12 (Recomendación: lee este texto varias veces durante estos días).