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El primer rayo de sol

El primer rayo de sol

Hoy hace una hermosa mañana de otoño. Disfruto tranquilamente de mi desayuno en la mesa de la cocina. Al cabo de un rato, el sol sale detrás de las montañas y los primeros rayos de sol se abren paso hasta mi casa. Tras unos segundos contemplando la belleza del amanecer y los colores brillantes del otoño, descubro que el cristal de mi ventana está lleno de polvo y manchas. No me había dado cuenta de lo sucios que estaban los cristales y me propongo limpiarlos pronto.

Dios tiene el mismo efecto en nuestras vidas cuando dejamos que ilumine nuestros corazones como el sol. Al principio todo está muy bien, hace calor y nos damos cuenta de que hemos echando de menos su presencia. Pero entonces, la presencia de Dios en nuestras vidas también desvela nuestras manchas oscuras.

Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad.

1 Juan 1:5b

Dios quiere que estemos bien, que tengamos las ventanas limpias. No porque quiera acusarnos o presionarnos, sino porque quiere que nada se interponga entre nuestro corazón y su amor.

¿Quieres dejar que Dios ilumine tu corazón?

Texto bíblico:  Juan 8:12-20

¿Te resignas?

¿Te resignas?

A medida que envejecemos, nuestro cuerpo empieza a cambiar. Los músculos empiezan a doler. Nuestro pelo se vuelve gris o blanco. La vista y el oído se debilitan.

Hace tiempo, el apóstol Pablo compartió unas sabias palabras que siguen siendo válidas para nosotros hoy:

Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día.

2 Corintios 4:16

Las secuelas del pecado en el mundo pueden afectarnos físicamente, pero no pueden dañar nuestro espíritu.

Si te estás enfrentando a un diagnóstico grave, te avergüenzas de tu cuerpo o estás agotado por las obligaciones de cada día, no te rindas. Fija tus ojos en el que da la vida. Puede que tu cuerpo sufra dolor, pero Dios seguirá renovando tu espíritu día tras día.

Texto bíblico: 2 Corintios 4

Der Spiegel deines Herzens

Der Spiegel deines Herzens

Neulich stand ich vor einer Gruppe von Menschen; jeder mit seiner Geschichte – voller Herausforderungen, Freude und Hoffnungen. Manche strahlten Zuversicht aus, andere rangen mit Sorgen. Da wurde mir klar: Ich habe eine Wahl: Sehe ich das Gute, das Mut macht, oder das Schwere?

Philipper 4,1-9 ruft uns auf, uns auf das zu konzentrieren, was wahr, edel, gerecht, rein, liebenswert und lobenswert ist. Durch die Kraft des Heiligen Geistes verändert diese Haltung unser Herz und die Atmosphäre um uns. Unsere innere Einstellung wirkt wie ein Spiegel: Sie prägt, wie wir die Welt sehen, und was wir anderen zurückgeben.

Sorgen drücken einen Menschen nieder, aber freundliche Worte richten ihn wieder auf.

Sprüche 12,25

Kennst du jemanden, der schwer belastet ist? Ein ermutigendes Wort, ein Lächeln oder eine kleine Geste können Wunder wirken – für den anderen und für dich. 

Du hast die Wahl. Wie entscheidest du dich? Jesus hilft dir dabei.

Passender Bibeltext: Philipper 4,1-9

Lebensstürme

Lebensstürme

Da brach ein gewaltiger Sturm los. Hohe Wellen schlugen ins Boot, es lief voll Wasser und drohte zu sinken. Jesus aber schlief hinten im Boot auf einem Kissen. Da weckten ihn die Jünger und riefen: «Lehrer, wir gehen unter! Kümmert dich das denn gar nicht?»

Markus 4,37-38

Diese Frage könnte für uns heute ähnlich lauten: «Jesus, kümmert es dich nicht, dass es mit meiner Gesundheit schlecht aussieht?» Oder: «Jesus, interessiert es dich nicht, dass es um meine Finanzen schlecht bestellt ist?» Und: «Jesus, kümmert es dich nicht, dass meine Beziehung zerbricht?»

Doch die Geschichte geht weiter: Jesus stand auf, gebot dem Wind um Halt und befahl dem See: «Sei still! Schweig!» Sofort legte sich der Sturm, und es wurde ganz still.

Markus 4,39

Jesus schloss sich nicht der Angst der Jünger an. Stattdessen blieb er ruhig und stellte sich mit Autorität dem Sturm.

Welchem Sturm stehst du heute gegenüber? Mit Jesus bist du in deinem Sturm nicht allein. Möchtest du diesen Jesus heute kennenlernen?

Passender Bibeltext: Markus 4,35-41

¿Alguien te comprende?

¿Alguien te comprende?

¿Te has preguntado alguna vez si Dios realmente sabe lo que se siente al ser pobre, rechazado por la gente, enfermo y dolorido? ¿Alguna vez has sido rechazado por alguien a quien amabas? Jesús experimentó el dolor de ser rechazado por un ser querido.

Jesús no era ajeno al dolor emocional o físico, a la pobreza o a las dificultades. Nació en una familia pobre. Desde muy joven, como carpintero, experimentó el duro trabajo con las propias manos y lo que significa estar de pie todo el día. Los líderes religiosos de su tiempo también le hicieron la vida difícil. Cuestionaban su autoridad y criticaban sus enseñanzas.

Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores.

Isaías 53:4a

Jesucristo conoce todo lo que sufres porque llevó tu enfermedad y tu dolor en la cruz.

¿Necesitas a alguien que te comprenda? ¡Jesús te entiende! ¿Qué te impide conocer a Jesús hoy mismo?